Tenía yo mas menos diez o doce años, no recuerdo bien, ya
que la alemana ha hecho estragos en las pocas neuronas que me quedan, cuando
mis padres se separaron, mi madre hija de españoles y mi padre pescador
artesanal de la Bahía de Coquimbo, siendo muy joven emigro a Santiago en busca
de oportunidades, llevaba muy poco tiempo viviendo en la capital cuando conoció
a su primera esposa, una española que llego a Chile con su padre siguiendo a su hermana monja, solo basto una
mirada para que se enamoraran perdidamente, apenas se casaron se mudaron a
una gran casa en pleno centro, ella lo esperaba todos los días a cenar, tenían
una pequeña mesa redonda la que ella cubría con un mantel blanco que llegaba
hasta el piso, se iluminaban con una vieja lámpara de madera tallada a mano que
colocaban al centro de la mesa, la cual yo aún conservo, la uso en mi velador, lamentablemente
esa felicidad, que según mi padre fue lo mejor de su vida, duraría muy poco,
ella falleció un par de años después de llegar a chile, mi padre quedo viudo
muy joven y como buen Virginiano, intentaba pasar sus penas enredado en
alguna falda y por supuesto el vino
tinto y largas conversaciones con amigos, estaba en esa etapa de su vida cuando
conoció a mi madre, la verdad aun no logro entender porque se casaron nunca se
llevaron muy bien, igualmente guardo algunos buenos recuerdos de mi infancia,
los domingos de mañana escuchando tangos con mi padre, en ese tiempo solo
existía la radio, había un programa de tangos conducido por Alodia Corral, la
escuchábamos mientras mi padre regaba
las plantas, era casi un ritual dominguero…
Recuerdo los domingos de almuerzo con toda la familia, con
mis tías, abuelos paternos, (los maternos no
los llegue a conocer) primos, y
el típico pollo alverjado con papas fritas de mi madre, nunca he vuelto a
sentir ese sabor, por las tardes la sobremesa era jugar a la lotería, siempre
perdía, en realidad todos perdíamos pues teníamos un primo con la suerte del
porte de un culo de elefante, siempre nos dejo patos, son muy pocos los buenos recuerdos que
conservo de mi niñez,
Mi madre extrañamente siendo una poeta, era una mujer golpeadora,
siempre he querido justificarla atribuyendo su manera a la ignorancia de la
época o a la manera que ella recibió su educación, ella también fue golpeada
por su padre, en fin, cuando se separaron con mi padre, no paso mucho para que
siguiera sus pasos y es así que siendo un niño aun, abandone para siempre lo que fuera mi hogar.
Dos días me demore en encontrar a mi padre, el era un
comerciante y cerrajero, tenían con sus hermanos y su padre varios locales en
el Mercado Persa, Balamceda Esquina Mapocho, este mercado seria el principio y
origen de todas las ferias y mercados persas del país.
Nada más llegue descubrí un mundo muy diferente al cual yo no estaba acostumbrado, recuerdo con mucho cariño la feria que bordeaba
el mercado, ocupaba toda la manzana, con
los mas increíbles y maravillosos objetos, podías encontrar desde una tuerca
hasta un Violín Stradivarius, recuerdo
que la semana se hacía interminable esperando el día de feria, la recorría
todos los domingos, y todas las semanas eran diferentes, mis padrinos eran
dueños del Restauran Los Palos Quemados, estaba a una cuadra del Persa, muchos
años de mi infancia los viví en dicho lugar, en el almorcé casi a diario los
mejores porotos con riendas que alguna vez
probé, guardo muy lindos recuerdos de mis padrinos.
Y también estaba el Burdel
más famoso de esa época, a solo
una cuadra del Mercado Persa, Hurtado de Mendoza Esquina San Martin, en pleno
centro de Santiago.
Debo decir que cuando aparecí en el barrio, mi padre ya tenía
íntima amistad casi con todas las trabajadoras de dicho lenocinio, me refiero a
Intima, por la cercanía y cariño que se profesaban, pues él jamás fue cliente, inclusive siempre me
recomendó que no lo fuera, yo creo que
era más por un asunto de ego que por otra cosa, pienso que pensaba que era
capaz de llevar a una mujer a la cama sin necesidad de pagar.
Siendo mi padre un hombre que la apasionaban las mujeres, en
alguna forma pienso que yo fui un problema, pues por mi corta edad cuando
salía, tenía que dejarme al cuidado de alguien, es así, y nunca supe de quien
fue la idea, es que me dejaba al cuidado de las Putas.
La primera vez por supuesto fue de mucho nerviosismo y de
cachetes rojos, esto porque todas las chiquillas que entraban a la cocina del
burdel se sorprendían de ver a un niño
sentado comiendo torta y tomando Coca-Cola,
preguntaban y este niño de quien es…!!!
La respuesta siempre fue la misma, es el hijo del Chico Neira, a lo que ellas exclamaban, que
lindooooo…¡¡¡ con su respectivo apretón de cachetes…
Sin entender mucho, ya que a esa edad es muy poco lo uno
pudiera saber, estaba ansioso y expectante a que llegara la noche.
Estaba en ya terminando mi torta, cuando veo entrar a la
mujer más hermosa increíble, linda, con pinta de Ucraniana, que hasta ese
momento había visto, me saludo diciéndome, así que tu eres el hijo del
Hombrón…???
Respondí que si, sin saber el significado ni la intención de
la palabra…
Me contesto, hoy es mi noche libre, quieres dormir conmigo…?
Mentiría si les dijera que fue lo que conteste, era
demasiada información para mi edad,
Solo recuerdo que me tomo de la mano, me llevo al baño, me
lavo las manos, hizo que me lavara los dientes, me puso el pijama que mi padre
llevo y nos fuimos a su dormitorio, me dijo que ese era su dormitorio, no el
que usaba para trabajar, la verdad que no entendí nada, nos acostamos y me acurruco
igual como lo hizo mi madre las pocas veces que durmió conmigo y sentí algo de
cariño.
En la mañana desperté y ella ya estaba levantada, me dijo
que me lavara para ir a tomar desayuno, entramos a la cocina, estaban varias de
sus compañeras ya desayunando, me
saludaron y decían que si había debutado, todas muertas de la risa, muchos años
después entendería el chiste.
No fue la única vez, de hecho Carla, que ese era su nombre,
se ofrecía a cuidarme y debo confesar que siempre me cuidaron, siempre fueron
muy preocupadas por mí recuerdo que eran
ellas las que le daban las gracias a mi padre cuando me iba a dejar, yo tenía sentimientos
encontrados con Carla, a veces sentía que la amaba y otras veces la sentía como
si fuera mi mama, ella de vez en cuando me dejaba que acariciara sus pechos,
tiempo después supe que ella había perdido un hijo antes de nacer, quizás en
esos momentos ella me necesitaba como hijo, así
como yo necesitaba una madre…
Muchos años después, siendo ya un hombre maduro y con la
capacidad intelectual de entender, comprendí porque ellas agradecían a mi
padre, cuando eran ellas las que en el fondo le hacían un favor…
Por la confianza, pocas personas se atrevían a confiar en
ellas, y mi padre no sé si conscientemente, lo hacía, les confiaba a su hijo, ellas
valoraban eso y a cambio yo recibía el amor más noble y desinteresado que
pudiera existir, y por supuesto los cariños de Carlita que jamás olvide, jamás cuestione
ni juzgué a mi padre por lo ocurrido en ese tiempo, al contrario, agradezco la
vida que me enseño y brindo…
Y como les contaba al principio, la alemana me tiene
desmemoriado, solo la mitad de esta historia es real, la otra es pura fantasía,
lo malo que no recuerdo cual es cual…
Salud queridos amigos…
Rey Neira Bustamante