Cada tarde derrama una lagrima en su
expreso con coñac, cada tarde escucha los compases al ritmo de un
bandoneón, cada tarde recuerda esas piernas con encaje, cada tarde sueña con sus labios rojos, cada tarde se imagina atado a su cintura, por
más de cinco años ya… ahí, en el Café Tortoni, en Avenida de Mayo, en el gran Buenos Aires…
Rey Neira Bustamante