lunes, 23 de octubre de 2017

El Colibrí

                                                                                                                      Quizás los Colibrí
                                                                                                                Son ángeles que envía Dios
                                                                                                             A impedir que nos suicidemos…

Ese día Bruce, recorrió quinientos kilómetros para llegar al pequeño campo que tiene con su familia para pasar las vacaciones, en el asiento  trasero del coche lleva una botella de Coñac, una bolsa de café y una cafetera italiana, esto suele acarrearlo siempre que viaja, es su única adicción, en la guantera lleva un Revolver Remington  45 de seis tiros de colección que heredo de su abuelo.
 Aparco el coche en el estacionamiento frente a la entrada principal de la casona, bajó el Coñac, el café, la cafetera y El Remington, paso directo a la cocina y se preparo un Expresso, saco una copa del pequeño bar, la lleno hasta la mitad con Coñac, se sentó en  la mecedora en la terraza junto a una pequeña mesa,  vertió un chorro de licor en el café y puso  el revólver en su regazo,  una lagrima broto espontáneamente de sus cansados ojos…
Dos años antes disfrutaba en ese mismo lugar de su mujer y sus dos hijas sin saber que un error lo tendría hoy en el mismo lugar, pero en una situación extrema.
La depresión por negocios fallidos,  los cuales te van encerrando en una hoyo negro cada vez más profundo, las mentiras por mantener el nivel económico con tu familia y sin que ellos noten que estas en banca rota.
Luego llega un momento que no puedes seguir mintiendo y cuando te atreves a contarle a la familia ya es muy tarde, al principio te apoyan y te bancan el bajón, muy pronto comienzan los problemas pues ya no hay los almuerzos y cenas de restauran, cada vez salen menos, las escapadas a la parcela desaparecen, en la mayoría de los casos la tienes que vender  y la monotonía comienza  a hacer mella, tienes que despedir al personal de la casa pues ya no hay dinero para pagarles,  después de unos meses viene el tiro de gracia, te piden el divorcio, aludiendo que le afecto demasiado la mala situación económica, y de un dé repente te encuentras con que la cosa no es en las buenas y en las malas y menos contigo pan y cebolla, y en un segundo te encuentras  sin trabajo, sin familia, sin casa, sin dinero y con un gran túnel negro frente a ti, es en ese preciso momento que empiezas a mirar de reojo el cajón en que guardas el arma…
Termino de beber el café y la copa de coñac, reviso que el arma estuviera cargada, con las manos temblorosas acaricio  la Remintong, como pidiéndole perdón por que estaba a punto de hacer.
 El dolor más grande era dejar a sus hijas.  Comenzó a subir el arma lentamente a la altura de su cabeza, puso el dedo en el gatillo y lo presionó suavemente,  en ese preciso momento un Colibrí se posó frente a su cara, en ese momento pareciera que el mundo se detuvo, solo escuchaba  el sonido del aleteo,  el pajarillo estuvo por un buen rato  sin moverse de donde estaba, el me comentaría tiempo después que estaba seguro que todo ese tiempo lo estuvo mirando a los ojos, bajo el arma suavemente  y en un pestañar el ave ya no estaba, estuvo llorando por mucho tiempo, ya casi de madrugada,  entro y fue a dormir un poco…    
Jamás  volvería  a ver a Bruce. Quizás lo intento nuevamente  y esta vez el Colibrí estaba tratando de salvar a alguien con un poquito más de Fe…



No hay comentarios:

Publicar un comentario