Quizás los Colibrí
Son ángeles que envía Dios
A impedir que nos suicidemos…
Ese día Bruce, recorrió quinientos kilómetros para llegar al
pequeño campo que tiene con su familia para pasar las vacaciones, en el asiento trasero del coche lleva una botella de Coñac,
una bolsa de café y una cafetera italiana, esto suele acarrearlo siempre que
viaja, es su única adicción, en la guantera lleva un Revolver Remington 45 de seis tiros de colección que heredo de su
abuelo.
Aparco el coche en el
estacionamiento frente a la entrada principal de la casona, bajó el Coñac, el
café, la cafetera y El Remington, paso directo a la cocina y se preparo un
Expresso, saco una copa del pequeño bar, la lleno hasta la mitad con Coñac, se
sentó en la mecedora en la terraza junto
a una pequeña mesa, vertió un chorro de
licor en el café y puso el revólver en
su regazo, una lagrima broto
espontáneamente de sus cansados ojos…
Dos años antes disfrutaba en ese mismo lugar de su mujer y
sus dos hijas sin saber que un error lo tendría hoy en el mismo lugar, pero en
una situación extrema.
La depresión por negocios fallidos, los cuales te van encerrando en una hoyo negro
cada vez más profundo, las mentiras por mantener el nivel económico con tu
familia y sin que ellos noten que estas en banca rota.
Luego llega un momento que no puedes seguir mintiendo y cuando
te atreves a contarle a la familia ya es muy tarde, al principio te apoyan y te
bancan el bajón, muy pronto comienzan los problemas pues ya no hay los
almuerzos y cenas de restauran, cada vez salen menos, las escapadas a la
parcela desaparecen, en la mayoría de los casos la tienes que vender y la monotonía comienza a hacer mella, tienes que despedir al
personal de la casa pues ya no hay dinero para pagarles, después de unos meses viene el tiro de
gracia, te piden el divorcio, aludiendo que le afecto demasiado la mala
situación económica, y de un dé repente te encuentras con que la cosa no es en
las buenas y en las malas y menos contigo pan y cebolla, y en un segundo te
encuentras sin trabajo, sin familia, sin
casa, sin dinero y con un gran túnel negro frente a ti, es en ese preciso
momento que empiezas a mirar de reojo el cajón en que guardas el arma…
Termino de beber el café y la copa de coñac, reviso que el
arma estuviera cargada, con las manos temblorosas acaricio la Remintong, como pidiéndole perdón por que
estaba a punto de hacer.
El dolor más grande
era dejar a sus hijas. Comenzó a subir
el arma lentamente a la altura de su cabeza, puso el dedo en el gatillo y lo
presionó suavemente, en ese preciso
momento un Colibrí se posó frente a su cara, en ese momento pareciera que el
mundo se detuvo, solo escuchaba el
sonido del aleteo, el pajarillo estuvo por
un buen rato sin moverse de donde
estaba, el me comentaría tiempo después que estaba seguro que todo ese tiempo
lo estuvo mirando a los ojos, bajo el arma suavemente y en un pestañar el ave ya no estaba, estuvo
llorando por mucho tiempo, ya casi de madrugada, entro y fue a dormir un poco…
Jamás volvería a ver a Bruce. Quizás lo intento nuevamente y esta vez el Colibrí estaba tratando de
salvar a alguien con un poquito más de Fe…
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